jueves, 5 de noviembre de 2015

Rumpelstiltskin


Tratando de parecer más importante delante del rey, un pobre molinero le miente afirmando que su hija sabe hilar tan bien que puede convertir la paja en oro. Asombrado por tal proeza, el rey le dice que lleve a la chica al día siguiente al palacio, donde la introduce en una habitación llena de paja y le ordena convertirla en oro usando una rueca y un carrete. El rey le advierte que, de no lograrlo, morirá.

Mientras pasa el tiempo sin saber qué hacer, sola y desesperada, la mujer comienza a llorar, cuando de repente se aparece un duendecillo, quien le pregunta el motivo de su llanto. Enterándole de lo que sucede, el duende se ofrece a realizar el trabajo, a cambio de un premio. La hija del molinero le promete entonces su collar. De esa manera, el misterioso hombrecillo comienza a hilar la paja, que se convierte en oro, hasta transmutarla toda.

Al siguiente día, el rey se presenta nuevamente y, sorprendido ante aquel prodigio, su corazón se llena de codicia, por lo que lleva a la hija del molinero a una habitación aún más grande y con más paja, ordenándole que la hilara en una noche so pena de su vida. Una vez más, el hombrecillo aparece y a cambio de la sortija de la mujer, convierte la paja en oro.
Finalmente, al tercer día, el rey lleva a la mujer a una tercera habitación aún mayor que las anteriores, y le promete desposarse con ella a cambio de convertir la paja en oro. Por tercera vez, el duendecillo hace el cambio una vez que la hija del molinero le hace una promesa: entregarle a su primer hijo una vez sea reina.

Cumplido el cometido, el rey se casa con la joven, que se convierte en reina, y un año después, es madre, sin acordarse de su promesa. Entonces, el hombrecillo reaparece: viene a llevarse al niño. Llorando, la reina intenta convencerlo de lo contrario, y entonces el duende le da tres días para adivinar su nombre, a cambio de no llevárselo, seguro de que no lo logrará.

La reina envía mensajeros a todo el reino para averiguar el nombre, pero todo es en vano, hasta que al filo del tercer día, uno de ellos le informa haber observado una noche a un hombrecillo que bailaba alrededor de una hoguera, cantando una extraña canción, en la cual revela su verdadero nombre: Rumpelstiltskin. Es así como, al escuchar de labios de la reina que ella conocía su verdadero nombre, Rumpelstiltskin se enfurece y patea el suelo tan fuerte, que se hunde hasta la mitad del cuerpo.



Fuente: Wikipedia.

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